¿Y a quién madura...?

Sabes qué? Te he olvidado... Ya no recuerdo como tu pelo jugaba a coger el aire, ni como al intentar ocultarme una sorpresa se dibujaba en la comisura de tus labios una inocente sonrisa como la de una niña pequeña. Esa niña que nunca supo donde estaba la tableta de chocolate que su madre guardaba en el mueble celeste del tirador blanco, sin darse cuenta que aún va dejando las marcas más dulces allí donde toca.

Tampoco recuerdo tus miradas de reojo cuando me acercaba por detrás de ti para hacerte cosquillas, cosquillas que tanto odiabas y siempre te dejabas hacer. Pero ya no te recuerdo, ni siquiera recuerdo el camino de mis besos que nacían de tu nuca y bajaban por tus hombros para perderse en tu espalda donde tantos laberintos de caricias tracé con mis manos. Perfume, zapatos, vestidos, caricias, besos, abrazos... nada. Creí que nunca podría olvidarte y mira... ni tu nombre recuerdo, ni tu primer apellido, aquel que algún día supe, tampoco el segundo, aunque recuerdo que ese nunca lo dijiste... que extraño solo recordar lo que me quedó por saber, ¿no crees?... Sin duda, puedo decirme a mí mismo que he madurado. Te he olvidado.

Y sin duda, también podría argumentar de igual forma que la nueva ley antitabaco es injusta para los derechos del fumador, porque ¿sabes qué? Fumar, según él, es un derecho... Supongo que el mismo derecho que tiene un terrorista suicida...